lunes, 26 de marzo de 2012

Pusher


Bien, la historia es esta. En el último disco de Mark Lanegan hay una canción titulada “Ode to Sad Disco”, inspirada en otro tema llamado “Sad Disco” de Keli Hlodversson. No lo oculta, “contains elements of” dicen los créditos. Dicho tema forma parte de la banda sonora de Pusher 2 que es la parte central de una trilogía de films dirigidos por Nicolas Winding Refn, también director de Drive. Todo el mundo habla de Drive, ¿eh?

Pusher es la primera película de Winding Refn, especializado en retratar el lumpen danés, y continuó con dos entregas más que funcionan como una serie de televisión. La posterior The corner tiene un tratamiento muy similar, en cuanto a temática, estructura y realización.

Mark Lanegan coquetea con los sonidos electrónicos en su último trabajo. El tema elegido, que ha provocado la entrada, no define el disco pero ha sido el que más ha dado que hablar por esos devaneos dance. Copio al cronista de ABC que, a su vez, copia al cronista de The Independent. Es un tema casi (pero solo casi) alegre. Vale, aquí van los prejuicios: ¿a cuántos lectores de ABC les interesa una crónica de un concierto de Lanegan en Londres?. Y aquí la canción:


PUSHER (UN PASEO POR EL ABISMO, 1996)
Frank y Tonny son dos traficantes de droga en la ciudad de Copenhague. El primero ha acumulado una deuda con uno de sus proveedores, el peligroso Milo, de 50.000 coronas. La deuda aumenta cuando fracasa un negocio con un antiguo compañero de prisión y es detenido por la policía. Delatado por su amigo Tonny emprende una huída hacia delante para ganar tiempo y recuperar  el dinero.

Hay suicidios, torturas, traiciones… Pero su mayor acierto es la verosimilitud que desprenden las imágenes principalmente por el uso constante de la cámara en mano y la luz natural (véase la secuencia del taxi en el que los rostros quedan sin luz).

Refleja perfectamente un mundo donde nadie se fía de nadie. Cruda, violenta, con una rockera banda sonora y aún así superada por…
PUSHER II (CON LAS MANOS ENSANGRENTADAS, 2004)
Tonny (antiguo socio del protagonista de la anterior entrega) sale de la cárcel e intenta encontrar trabajo con su padre, un capo que se dedica al lucrativo negocio del robo de coches. Tonny intenta agradar a su padre robando un Ferrari pero solo consigue su indignación, no son fáciles de vender.

Le informan de que una antigua conocida tiene un hijo suyo y que debe colaborar con dinero. Despreciado siempre por su padre, colabora en un intento de venta de heroína y acaba involucrado en una deuda que no es suya y debe asesinar para saldarla.

Más “cinematográfica” que la película anterior, usa la banda sonora para anteceder y quizá con un final demasiado edulcorado en un ambiente en el que se cuida a un bebé mientras se esnifa cocaína.

Lo mejor de esta entrega es el personaje de Tonny y su aura de fatalidad. Cree e intenta hacer las cosas bien pero todo le sale mal. Es un pardillo en un mundo donde todos son muy vivos. Incluso su tatuaje de Respect parece irónico porque nadie le respeta. Su patetismo acaba conmoviendo. 

Lo peor es que repite parte de la trama anterior, la pérdida de droga y la deuda que desencadena. Estilísticamente es igual que Pusher. Mismos paralelismos se encuentran en la número tres protagonizada por Milo, secundario en la primera parte y apenas un cameo en la segunda.

 PUSHER III (SOY EL ÁNGEL DE LA MUERTE, 2005)
Milo intenta desintoxicarse de su consumo de droga a la vez que sigue traficando y prepara una fiesta de cumpleaños para su exigente y caprichosa hija. Todos le acusan de hacerse mayor en un negocio para jóvenes. Le cambian la heroína por pastillas de éxtasis. El se las entrega a un turco para venderlas pero este desaparece, con lo que contrae una deuda con el proveedor.

El estrés le puede y vuelve a fumar heroína. Uno de sus acreedores aprovecha la deuda para humillarle y hacer negocios en su local, concretamente vender a una mujer como prostituta. Tras ver como tortura a la chica, Milo estalla y asesina al proxeneta y a su cómplice.

Un policía corrupto le entrega al turco y junto con su viejo colega Radovan, ya retirado del “negocio”, lo tortura hasta que comprende que ha sido engañado. Llega el momento de deshacerse de los cadáveres. Los cuelgan de los pies y los desangran antes de sacarles los órganos internos y descuartizarlos, como si fueran animales.

Con un aire a Tony Soprano, problemas “mundanos” en un gran capo, Milo se aleja del tipo violento de la primera entrega. La serie ya no sorprende demasiado, salvo la última escena, verdaderamente desagradable.

Existe un remake británico de la cinta y se prepara uno en Norteamérica  con lo que cabe preguntarse: ¿Remake de qué? Si lo que más sorprende no es la historia. Situaciones similares se han visto en multitud de thrillers. Aquí lo más interesante es el cómo (que se puede imitar pero siempre quedará peor) y el dónde (la ciudad de Copenhague). Por otro lado, para qué engañarme, antes o después las veré.

lunes, 19 de marzo de 2012

Cosmópolis, de Don DeLillo


Un día de abril del año 2000, el multimillonario asesor de inversiones Eric Packer decide cruzar la ciudad para un corte de pelo. Pero la ciudad está colapsada por la visita del Presidente… Y por el funeral de una estrella del rap sufí (en serio)…  Y por una manifestación política que suelta batallones de ratas en los restaurantes y en los vestíbulos de los hoteles…

Así, en un atasco permanente, se suceden las escenas, de forma no lineal, sin referencia al tiempo (se supone que transcurre un único día) ni, a veces, al espacio.
La ventana de la limusina en la que viaja Eric parece una pantalla de televisión en la que mirar el mundo real y sirve para abstraer a los personajes de la trama principal (aunque hablar, con propiedad, de trama principal es un tanto arriesgado).

Mientras, en el interior del coche, los monitores arrojan gráficos de barras y actualizaciones de mercado, Eric se reúne con su experto en tecnología para comprobar que sus sistemas informáticos son seguros o con su mujer, una poetisa con la que se ha casado por dinero. Mantiene conversaciones que rozan el absurdo (la rata deviene en moneda de curso legal), u otras sobre excitación sexual en medio de un análisis de próstata. A la vez, intenta comprender el comportamiento del yen.

La limusina en la que viaja se sitúa en medio de una violenta revolución anarquista. Eric, tras practicar sexo con una de sus guardaespaldas, le pide que lo electrocute con la pistola paralizadora. Después, encuentra a 300 personas desnudas esparcidas en la calle. Es el rodaje de una película. Allí encuentra a su mujer y hacen el amor.

DeLillo es un creador de imágenes y momentos a lo que hay que añadir cierto delirio surrealista. No es un mundo fácil el de este autor pero puede ser adictivo. Y este es el material que filma Cronenberg con “el vampiro” Robert Pattinson como protagonista. Esperaremos.